domingo, 22 de enero de 2012

EXAMINÉMONOS A NOSOTROS MISMOS

El deber del espírita-cristiano es el de tornarse progresivamente mejor. Es útil, por eso, verificar periódicamente, mediante un riguroso examen personal, el estado cierto de nuestra condiciones íntimas. El espírita que no progresa en un lapso de 3 años sucesivos permanece en un estado estacionario.
Analiza tu paciencia: ¿Estás más sereno, afable y comprensivo?
Inquiere sobre tus relaciones de orden hogareño: ¿Conquistaste el más alto clima de paz en tu propia casa Investiga las actividades que te competen en el templo doctrinario: ¿Colaboras con más
entusiasmo en la obra del Señor? Obsérvate en las manifestaciones frente a los amigos: ¿Llevas el Evangelio más vivo en tus actitudes? Reflexiona sobre tu capacidad de sacrificio: ¿Notas en ti una mayor disposición de servir voluntariamente?
Pesquisa vuestro propio desapego: ¿Te sientes liberado del ansia de posesiones e influencias
terrenas? ¿Usas con mayor frecuencia los pronombres “nosotros”, “nuestro” y “nuestra” y menos los singulares “yo”, “mío” y “mía”? Tus momentos de tristeza o de cólera reprimida, que en oportunidades sólo tú conoces, ¿son en la actualidad más raros? ¿Disminuyeron los pequeños remordimientos ocultos en lo profundo de tu alma? ¿Superaste antiguos desafectos y aversiones? ¿Corregiste los lapsos crónicos de desatención y negligencia?
¿Estudias más atentamente la doctrina que profesas? ¿Comprendes mejor la función creadora del dolor? ¿Cultivas todavía alguna discreta enemistad? ¿Auxilias a los necesitados con más abnegación? ¿Oras, realmente? ¿Tus ideas evolucionan?
¿Tu fe razonada se consolidó más segura? ¿Tienes la palabra más indulgente, los brazos más activos y las manos más dispuestas a
proteger? Evangelio es alegría en el corazón: ¿Estás, efectivamente, más alegre y feliz íntimamente en estos 3 últimos años?
¡Todo marcha! ¡Todo evoluciona! ¡Brindemos nuestro rendimiento individual a la obra de Cristo! Valora la existencia hoy, espontáneamente, viviendo en paz, para que no te veas en la
obligación de valorarla mañana bajo el impacto del dolor. ¡No te engañes! Un día que se fue es una cuota más de responsabilidad, un paso más, rumbo a la Vida Espiritual, una oportunidad más aprovechada o perdida. Interroga a la conciencia en cuanto al aprovechamiento de tu tiempo, de tu salud y a las oportunidades de hacer el bien que dispones en la vida diaria.
Haz esto ahora, mientas tienes la posibilidad de reconsiderar tu orientación corrigiendo los engaños con facilidad, pues cuando vengas para este lado ya será más difícil...
(documentación, sacado del libro Opinión Espírita por Francisco Cándido Xavier y Waldo Vieira)

sábado, 7 de enero de 2012

EL PERIESPÍRITU =PRINCIPIOS DE LAS MANIFESTACIONES

Los Espíritus, según hemos dicho, tienen un cuerpo fluídico al que se da el nombre de periespíritu. Su sustancia es tomada en el fluido universal o cósmico, que lo forma y alimenta, como el aire forma y alimenta el cuerpo material del hombre. El periespíritu es más o menos etéreo según los mundos y el grado de depuración del Espíritu. En los mundos y en los Espíritus inferiores, su naturaleza
es más grosera y se acerca mucho a la materia bruta.
En la encarnación, el Espíritu conserva su periespíritu, que es el órgano de transmisión de todas las sensaciones. Para las que vienen del exterior, puede decirse que el cuerpo recibe la impresión, el periespíritu la transmite, y el Espíritu, el ser sensible e inteligente, la siente. Cuando el acto parte de la iniciativa del Espíritu, puede decirse que este quiere, el periespíritu transmite y el cuerpo ejecuta. El periespíritu no esta encerrado en los limites del cuerpo como en una caja. Por su naturaleza fluídica es expansible; irradia al exterior y forma al rededor del cuerpo una especie de atmósfera, que el pensamiento y la fuerza de voluntad pueden extender más o menos. De aquí se sigue, que personas que no están en contacto corporal, pueden estarlo por medio del periespíritu y transmitirse, aun a pesar suyo, las impresiones y a veces hasta la intuición de sus pensamientos. Siendo el periespíritu uno de los elementos constitutivos del hombre,
desempeña un papel importante en todos los fenómenos psicológicos, y hasta cierto punto en los fisiológicos y patológicos. Cuando las ciencias médicas tomen en consideración la influencia del elemento espiritual en la economía, habrán dado un gran paso y nuevos horizontes se abrirán ante ellas; muchas causas de las
enfermedades serán explicadas entonces y se encontrarán poderosos medios de combatirlas. Por medio del periespíritu obran los Espíritus sobre la materia inerte y producen los diferentes fenómenos de las manifestaciones. Su naturaleza etérea, no podría ser obstáculo para ello, puesto que se sabe que los más poderosos motores se hallan en los fluidos más rarificados y en los imponderables. No hay, pues, que maravillarse de ver que con ayuda de semejante palanca, los Espíritus
producen ciertos efectos físicos, tales como golpes y ruidos de toda clase; elevación, transporte, lanzamiento de objetos en el espacio, etc. Para explicarse esto, ninguna necesidad hay de acudir a lo maravilloso a los efectos sobrenaturales. Obrando los Espíritus sobre la materia, pueden manifestarse de muchas maneras diferentes: por medio de efectos físicos, tales como los ruidos y movimientos de objetos; por la transmisión del pensamiento, por la vista, el oído, la
palabra, el tacto, la escritura, el dibujo, la música, etc., en una palabra, por todos, los medios que pueden servir para ponerles en relación con los hombres.
Las manifestaciones de los Espíritus pueden ser espontáneas o
provocadas. Las primeras tienen lugar inopinadamente y de improviso; con
frecuencia se producen en las personas mas extrañas a las ideas espiritistas. En
ciertos casos y bajo la acción de ciertas circunstancias, las manifestaciones
pueden ser provocadas por la voluntad, bajo la influencia de las personas dotadas al efecto de facultades especiales.
Las manifestaciones espontáneas han tenido lugar en todas las épocas y países. Sin duda alguna el medio de provocarlas era también conocido en la antigüedad, pero constituía el privilegio de ciertas castas que no lo revelaban más que a escasos iniciados bajo rigurosas condiciones, ocultándolo al vulgo a fin de dominarlo con el prestigio de una fuerza oculta. Se ha perpetuado, empero, a
través de las edades, hasta nosotros, en algunos individuos; pero desfigurado casi siempre por la superstición o confundido con las prácticas ridículas de la magia, lo que había contribuido a desacreditarlo. Hasta entonces, no habían pasado de ser gérmenes plantados aquí o allá. La Providencia había reservado a nuestra época el conocimiento completo y la vulgarización de esos fenómenos, para purificarlos de la mala liga y hacerlos servir en pro del mejoramiento de la humanidad, en disposición hoy de comprenderlos y deducir sus consecuencias.
2. Manifestaciones visuales.
Por su naturaleza y estado normal el periespíritu es invisible, lo que tiene de común con una porción de fluidos que sabemos que existen y que nunca, sin embargo, hemos visto. Pero, lo mismo que ciertos fluidos, puede también sufrir
modificaciones que le hacen perceptible a la vista, sea por una especie de condensación, sea por un cambio en su disposición molecular. Hasta puede adquirir las propiedades de un cuerpo sólido y tangible, pero puede súbitamente volver a su estado etéreo o invisible. Se puede formar idea de este efecto, por el del vapor, que es susceptible de pasar de la invisibilidad al estado brumoso, después liquido, luego sólido y viceversa. Estos diferentes estados del periespíritu son resultado de la voluntad del Espíritu, no de una causa física exterior, como en el gas. Cuando un Espíritu aparece, es porque pone su periespíritu en el estado referido para hacerlo visible. Mas no basta siempre su voluntad; se necesita, para que pueda operarse esta modificación del periespíritu, un concurso de circunstancias independientes de él. Se necesita, además, que el Espíritu tenga permiso para hacerse ver por una determinada persona, lo que no siempre le es concedido, o no lo es más que en ciertas circunstancias por motivos que no podemos apreciar. (Véase El Libro de los Médiums, cap. VI). Otra propiedad del periespíritu que depende de su naturaleza etérea, es la
penetrabilidad. Ninguna materia le es obstáculo, las atraviesa todas, como atraviesa la luz los cuerpos transparentes. De aquí que no haya clausura que
pueda oponerse a la entrada de los Espíritus, quienes van a visitar al prisionero en su calabozo con la misma facilidad que al hombre que esta en medio del campo. Las manifestaciones visuales más comunes tienen lugar durante el sueno; estas son las visiones. Las apariciones propiamente dichas tienen lugar en estado de vigilia, cuando se disfruta de la plenitud y completa libertad de las facultades. Se. presentan generalmente bajo una forma vaporosa, diáfana, a veces vaga e indecisa; al principio, se ofrecen con frecuencia como un reflejo blanquecino cuyos contornos se dibujan poco a poco; otras veces, las formas están claramente acentuadas y se distinguen los más tenues rasgos de la cara, hasta el extremo de poder dar una muy precisa descripción. Los movimientos y el aspecto son
semejantes a los del Espíritu durante su vida. Pudiendo tomar todas las apariencias, el Espíritu se presenta bajo aquella que mejor pueda darle a conocer, si tal es su deseo. Así es que, aunque como Espíritu no tenga ningún defecto corporal, sepresenta defectuoso, cojo, herido, con cicatrices, si esto es menester para patentizar su identidad. Otro tanto sucede con el vestido. El de los Espíritus, que nada han conservado de los apetitos terrenales, se compone ordinariamente de un ropaje de largos pliegues flotantes y su cabelleraes ondulante y graciosa.
Los Espíritus se presentan a menudo con los atributos característicos de su elevación, como una aureola, alas los que pueden considerarse como ángeles, un aspecto luminoso y resplandeciente, mientras otros tienen los que recuerdan sus ocupaciones terrestres. Así, un guerrero podrá aparecer con su armadura, un sabio con un libro, un asesino con un puñal, etc. Los Espíritus superiores tienen una fisonomía hermosa, noble y tranquila; los más inferiores tienen algo de feroz y bestial, y en ciertas ocasiones conservan las huellas de los crímenes que han cometido o de los suplicios que han sufrido. Esta apariencia es real para ellos, es decir, que se creen ser lo que parecen, lo cual es un castigo. El Espíritu que quiere o puede aparecerse, toma a veces una forma mas precisa aún, teniendo todas las apariencias de un cuerpo sólido, hasta el punto de producir una ilusión completa y de hacer creer que se tiene delante un ser corporal. En ciertos casos y bajo el influjo de ciertas circunstancias, la tangibilidad puede hacerse real, es decir, que se puede tocar, palpar, sentir la misma resistencia, el mismo calor de un cuerpo vivo, lo que no es óbice a que desaparezca con la rapidez del rayo. Se podría pues, estar en presencia de un Espíritu con el que se cambiase palabras y actos de la vida, creyendo tratar con un mortal, sin sospechar que es un Espíritu. Cualquiera que sea el aspecto bajo el que se presente un espíritu, aun bajo la forma tangible, puede en el mismo instante, no ser visible más que para unos cuantos. En una reunión, podría, pues, presentarse solo a uno o varios miembros; y de dos personas que estuviesen juntas, puede una verle y tocarle y la otra no "ver ni sentir nada". El fenómeno de la aparición a una sola persona entre muchas que se hallan reunidas, se explica por la necesidad de una combinación entre el fluidoperiespiritual del Espíritu y el de la persona, para que se produzca. Para esto espreciso que haya entre esos fluidos una especie de afinidad que favorezca la combinación. Si el Espíritu no encuentra la aptitud orgánica necesaria, dicho fenómeno no puede producirse; pero si existe, el Espíritu es libre de aprovecharla o no, de donde resulta que, si dos personas igualmente favorecidas bajo este aspecto se encentran juntas, el Espíritu puede realizar la combinación fluídica con aquella a quien quiere presentarse; no haciéndolo con la otra, esta no lo verá. Lo mismo pasaría con dos individuos que tuviesen un velo ante los ojos. Si un tercer individuo quiere hacerse ver solo a uno de los dos, solo a él levantaría el velo; perosi el tal individuo fuera ciego, ya podría levantársele el velo, que no le sería por ellodada la facultad de ver. Las apariciones tangibles son muy raras, pero las vaporosas sonfrecuentes, sobre todo en el momento de la muerte. Parece que el Espíritu libre seapresura a volver a ver a sus parientes y amigos como para advertirles que acabade dejar la tierra, y decirles que vive a pesar de ello. Evoque cada cual susrecuerdos, y se verá cuantos hechos auténticos de este género, de los cuales nose daba cuenta, han tenido lugar no solo de noche, durante el sueno, sino en plenodía y en estado de la mis completa vigilia.
3. Transfiguración - Invisibilidad.
El periespíritu de las personas vivas aún goza de las mismas propiedades que el de los Espíritus. Según se deja dicho, no está confinado en el cuerpo, sino que irradia y forma alrededor de él una especie de atmósfera fluídica. Puede suceder, pues, que en un determinado caso y bajo el influjo de las mismas circunstancias, sufra una transformación análoga a la que hemos descrito. La
forma real y material del cuerpo puede desaparecer bajo esa envoltura fluídica, si así podemos expresarnos, y tomar momentáneamente una apariencia del todo
diferente; la de otra persona o la del Espíritu que combina su fluido con el del individuo, o bien dar a un rostro feo un aspecto bello y radiante. Tal es el fenómeno designado bajo el nombre de transfiguración, fenómeno bastante frecuente, y que
se produce principalmente cuando las circunstancias provocan una expansión, mas abundante de fluido. El fenómeno de la transfiguración puede manifestarse con una intensidad muy
diferente, según el grado de depuración del periespíritu, grado que corresponde siempre al de elevación moral del Espíritu. A veces, se reduce a un simple cambio en el aspecto de la fisonomía, y puede en otras, dar al periespíritu un aspecto luminoso y resplandeciente.
La forma material puede, pues, desaparecer bajo el fluido periespiritual, pero no es de necesidad para este fluido el tomar otro aspecto. A veces puede limitarse a velar un cuerpo inerte o vivo, y hacerlo invisible para una o varias personas, como lo haría una capa de vapor. Las cosas actuales solo las tomamos como puntos de comparación y no con la mira de establecer una analogía absoluta que no existe. Estos fenómenos, no parecen extraños más que todo, porque no se conocen las propiedades del fluido periespiritual. Es este un cuerpo nuevo que debe tener propiedades nuevas y que no pueden estudiarse por los procedimientos ordinarios de la ciencia; pero que no dejan de ser propiedades naturales, que solo la novedad tiene de maravilloso.