viernes, 17 de octubre de 2014

HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE

Desiste de toda crítica y juicio, albergando en tu alma solamente agradecimiento y reconocimiento.
Honra todos los días las fuentes sagradas de la vida que te crearon y protegieron desde el primer  instante. Puede ser que tus padres no hayan sido aquellos que tú creías que deberían ser, o se hayan portado hiriéndote de alguna forma. Ellos tambien son humanos.
Sin embargo fue a través de ellos que recibiste el vaso sagrado que te abriga el cuerpo bendito en el cual te ejercitas hacia la armonía y la paz, expresando la vida que Dios te dio. Y eso los vuelve dignos eternamente. Mira con amor a tus padres, honrándolos con tu gratitud y deja que la fuerza sagrada de su grandeza te abastezca.
Desiste de toda critica y juicio, albergando en tu alma solamente agradecimientos y reconocimiento. No eres victima de nada ni de nadie, porque si estas vivo es gracias a quienes fueron instrumentos de Dios para ti. Honrarlos siempre. haciendo de tu vida un ejercicio de amor sano y productivo para el bien común y encontrarás alegría para tu alma.
extraído del libro Píldoras de Esperanza de Andrei Moreira. por el espíritu Días Da Cruz

sábado, 4 de octubre de 2014

LA LUCHA CONTINUA

Mientras nos hallamos en el cuerpo material, no nos hacemos idea exacta de lo que es, en realidad, la vida más allá de la muerte. Ni aún con lo que el Espiritismo nos ayuda a pensar seriamente en ello, podremos calcular relativamente el futuro después del sepulcro,
Los cuadros sublimes o terribles en el plano externo, corresponden, de algún modo, a nuestra expectativa pero los fenómenos morales dentro de nosotros mismos, son siempre fuertes e inesperados.
Antes del tránsito, todo me parecía infinitamente simple.
La muerte, creía, vendría a ser una mera liberación del Espíritu, y nada más. Nuestra alma se dirigiría a esferas en las que sería juzgada, de donde volvería a reencarnar, en caso de no ser transferida a los Mundos Felices.
Comprendo hoy que aceptar esta fórmula sería lo mismo que menoscabar la existencia humana, declarando que el hombre apenas renacerá en la Tierra, respirará entre las criaturas, y, seguidamente, se libertará del cuerpo de densa condensación flúidica. ¡Cuántos conflictos, no obstante, entre la llegada y la disgregación del vehículo carnal! ¡Cuántas lecciones entre la infancia y el declinar de las fuerzas físicas!
Reconozco ahora, que las dificultades no son menores para el alma liberada, de lo que son los pesados fardos del plano material. Entre el acto de perder el cuerpo físico y la iniciación de la reencarnación o de la elevación, tenemos el tiempo, y el contenido de ese tiempo reside en nosotros mismos. ¡Cuántos óbices a vencer! ¡Cuántos enigmas a solucionar!
Creí que el fin de las limitaciones corporales trajese inalterable paz al corazón, ¡pero no es así! En el fondo, en nuestras organizaciones religiosas, somos una especie de combatientes prontos a batallar a distancia de nuestra morada, y cuando nos juzgamos en posesión de la victoria final, tornamos al círculo doméstico para enfrentar, individualmente, la misma guerra dentro del hogar. Vestimos el ropaje de la carne con el fin de luchar y aprender y, si muchas veces sorbemos el desencanto de la derrota, en muchas ocasiones nos sentimos triunfadores. Somos, pues, hijos de la turba distraída, compañeros de mil compañeros, cooperadores de mil cooperadores.
Llega, entonces, el momento en que la muerte nos reconduce a la intimidad del hogar interior. Y si no hubo de nuestra parte la preocupación de construir, ahí dentro, un santuario para las determinaciones divinas, ¿cuántos días no emplearemos en la limpieza, en el reajuste y en la iluminación?
¡Oh, mis amigos del Espiritismo que tanto amo!
Es para vosotros  miembros de la gran familia que tanto deseo servir que dicté estas páginas, sin la presunción de convencer. ¡No se crean a tono con la Ley, por haber atendido a pequeños deberes de solidaridad humana; ni se supongan preparados para alcanzar el paraíso, por haber recibido la manifiesta protección de un ser espiritual! ¡Ayúdense a sí mismos en el desempeño de las obligaciones evangélicas! Espiritismo no es solamente la gracia recibida; es también la necesidad de espiritualizarnos para alcanzar las esferas superiores. Les hablo hoy con experiencia más amplia.
Después de pasados muchos años en las lides de la Doctrina, estoy ahora comenzando el aprendizaje, para no ser el compañero inadecuado o el servidor inútil. Tengan la certeza de que el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo no es solamente el conjunto brillante de enseñanzas sublimes, propias para ser comentadas en nuestras adoctrinaciones; es Código de Sabiduría Celestial, cuyos dispositivos no podemos confundir.
Agradezco, sensibilizado, la colaboración de los espíritus de Emmanuel y de André Luiz, en los registros humildes de mi renovación espiritual, en estas páginas que dedico a mis hermanos de ideal y de servicio.
Y pidiendo a Jesús que nos fortalezca a todos en la tarea que nos ha sido encomendada, a fin de que podamos entendernos, ruego también ayuda para mí mismo, a fin de que la Luz Divina me ilumine y auxilie en el nuevo camino de trabajo y de elevación, porque, si la experiencia carnal culmina y pasa, la vida prosigue y la lucha continúa.