miércoles, 18 de abril de 2018

FELICIDAD SIN CULPA

Una persona, cualquiera que sea su cultura, representa a Dios. Es Su obra de arte. La Singularidad de Dios manifestada en la Creación se encuentra en el ser humano. Dios, tal cual es descrito, es una concepción humana. Por lo tanto, cualquier sentido que se dé a la propia vida pasa por la concepción que el ser humano tiene de Dios. La mejor concepción es aquella que le permite estar en paz consigo y con los demás. Ella debe comprender también la evolución de la propia idea que se tiene de Dios. La forma como usted comprende a Dios debe ser evolutiva, quiere decir, la concepción de hoy es mejor de que teníamos en el pasado. En el futuro su concepción será otra, más adecuada al nivel de felicidad en que se encuentre. Esto no quiere decir que Dios esté evolucionando. Sería un contrasentido. Digo tan sólo que, mi manera de Entenderlo mejora a medida que me torno más feliz. Cualquier persona tiene derecho de ser feliz y de cambiar su propio destino sin que para ello tenga que convertirse en inconsecuente. Tanto la rigidez de la personalidad como la excesiva libertad perjudican su felicidad. Cultivar una personalidad agradable es importante en la adquisición de la felicidad. La personalidad debe ser ejercida de acuerdo con el medio y las circunstancias sin traicionar la propia naturaleza.  Tornarse una persona feliz es una propuesta que debe llevar al individuo al encuentro del sí mismo, de su esencia más íntima. Una persona no es, necesariamente, alguien que tenga títulos, conocimientos intelectuales, cosas, o que disfrute de cierto prestigio. Es alguien que sabe ser gente, cuando apenas eso es necesario. ¿Para qué acumular tanto saber si ello no es capaz de llevar al ser humano a la felicidad?  Es preciso intentar ser feliz con lo mínimo que se tenga e ir en busca de lo que se desea sin convertirse en esclavo del propio deseo. Muchas veces, pensamos que tornarse una persona es tener otra a la cual se pueda recurrir. Otros creen que necesitan héroes para poder mirarse en busca de la felicidad. La felicidad real prescinde de héroes, de referencias externas y de colectivización. Quien necesita de héroes está apartado de sí mismo. No se aparte de usted huyendo de su esencia y entregándose al mundo externo en demasía. Siempre que recurra a una figura externa, aunque sea para darle fuerza, estará apartándose de sí mismo. En caso que este ejemplo le traiga aliento y motivación, sígalo. Pero, más adelante retome su propia vida. Una persona es el envase más puro del amor de Dios. Es el receptáculo de Su amor, por donde Él entrega Sus beneficios. El ser humano es la medida de todas las cosas por ser la entrada y salida del amor de Dios.  El bien más precioso que tiene es su íntima unión con Dios. Esa conexión es inquebrantable, sin interrupción, directa y exclusivamente personal. La conciencia que se tenga de la propia unión con Dios elimina el miedo a lo desconocido, del futuro, de lo nuevo y de cualquier angustia. Esa ligación nos permite la percepción de nuestra naturaleza espiritual y de la imposibilidad de la muerte como fin de la vida. Conserve su sentimiento de unión con Dios como algo muy sagrado y que sólo le pertenece a usted. Sea feliz siendo una persona. Apenas una persona. Un ser que está en el mundo para vivir en él, como alguien que se siente íntimamente ligado a las personas, al Universo de Dios
Extraido del libro felicidad sin culpa, de Adenàuer Novaes.

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