
es más grosera y se acerca mucho a la materia bruta.
En la encarnación, el Espíritu conserva su periespíritu, que es el órgano de transmisión de todas las sensaciones. Para las que vienen del exterior, puede decirse que el cuerpo recibe la impresión, el periespíritu la transmite, y el Espíritu, el ser sensible e inteligente, la siente. Cuando el acto parte de la iniciativa del Espíritu, puede decirse que este quiere, el periespíritu transmite y el cuerpo ejecuta. El periespíritu no esta encerrado en los limites del cuerpo como en una caja. Por su naturaleza fluídica es expansible; irradia al exterior y forma al rededor del cuerpo una especie de atmósfera, que el pensamiento y la fuerza de voluntad pueden extender más o menos. De aquí se sigue, que personas que no están en contacto corporal, pueden estarlo por medio del periespíritu y transmitirse, aun a pesar suyo, las impresiones y a veces hasta la intuición de sus pensamientos. Siendo el periespíritu uno de los elementos constitutivos del hombre,
desempeña un papel importante en todos los fenómenos psicológicos, y hasta cierto punto en los fisiológicos y patológicos. Cuando las ciencias médicas tomen

enfermedades serán explicadas entonces y se encontrarán poderosos medios de combatirlas. Por medio del periespíritu obran los Espíritus sobre la materia inerte y producen los diferentes fenómenos de las manifestaciones. Su naturaleza etérea, no podría ser obstáculo para ello, puesto que se sabe que los más poderosos motores se hallan en los fluidos más rarificados y en los imponderables. No hay, pues, que maravillarse de ver que con ayuda de semejante palanca, los Espíritus
producen ciertos efectos físicos, tales como golpes y ruidos de toda clase; elevación, transporte, lanzamiento de objetos en el espacio, etc. Para explicarse esto, ninguna necesidad hay de acudir a lo maravilloso a los efectos sobrenaturales. Obrando los Espíritus sobre la materia, pueden manifestarse de muchas maneras diferentes: por medio de efectos físicos, tales como los ruidos y movimientos de objetos; por la transmisión del pensamiento, por la vista, el oído, la
palabra, el tacto, la escritura, el dibujo, la música, etc., en una palabra, por todos, los medios que pueden servir para ponerles en relación con los hombres.

Las manifestaciones de los Espíritus pueden ser espontáneas o
provocadas. Las primeras tienen lugar inopinadamente y de improviso; con
frecuencia se producen en las personas mas extrañas a las ideas espiritistas. En
ciertos casos y bajo la acción de ciertas circunstancias, las manifestaciones
pueden ser provocadas por la voluntad, bajo la influencia de las personas dotadas al efecto de facultades especiales.
Las manifestaciones espontáneas han tenido lugar en todas las épocas y países. Sin duda alguna el medio de provocarlas era también conocido en la antigüedad, pero constituía el privilegio de ciertas castas que no lo revelaban más que a escasos iniciados bajo rigurosas condiciones, ocultándolo al vulgo a fin de dominarlo con el prestigio de una fuerza oculta. Se ha perpetuado, empero, a
través de las edades, hasta nosotros, en algunos individuos; pero desfigurado casi siempre por la superstición o confundido con las prácticas ridículas de la magia, lo que había contribuido a desacreditarlo. Hasta entonces, no habían pasado de ser gérmenes plantados aquí o allá. La Providencia había reservado a nuestra época el conocimiento completo y la vulgarización de esos fenómenos, para purificarlos de la mala liga y hacerlos servir en pro del mejoramiento de la humanidad, en disposición hoy de comprenderlos y deducir sus consecuencias.

2. Manifestaciones visuales.
Por su naturaleza y estado normal el periespíritu es invisible, lo que tiene de común con una porción de fluidos que sabemos que existen y que nunca, sin embargo, hemos visto. Pero, lo mismo que ciertos fluidos, puede también sufrir
modificaciones que le hacen perceptible a la vista, sea por una especie de condensación, sea por un cambio en su disposición molecular. Hasta puede adquirir las propiedades de un cuerpo sólido y tangible, pero puede súbitamente volver a su estado etéreo o invisible. Se puede formar idea de este efecto, por el del vapor, que es susceptible de pasar de la invisibilidad al estado brumoso, después liquido, luego sólido y viceversa. Estos diferentes estados del periespíritu son resultado de la voluntad del Espíritu, no de una causa física exterior, como en el gas. Cuando un Espíritu aparece, es porque pone su periespíritu en el estado referido para hacerlo visible. Mas no basta siempre su voluntad; se necesita, para que pueda operarse esta modificación del periespíritu, un concurso de circunstancias independientes de él. Se necesita, además, que el Espíritu tenga permiso para hacerse ver por una determinada persona, lo que no siempre le es concedido, o no lo es más que en ciertas circunstancias por motivos que no podemos apreciar. (Véase El Libro de los Médiums, cap. VI). Otra propiedad del periespíritu que depende de su naturaleza etérea, es la

penetrabilidad. Ninguna materia le es obstáculo, las atraviesa todas, como atraviesa la luz los cuerpos transparentes. De aquí que no haya clausura que
pueda oponerse a la entrada de los Espíritus, quienes van a visitar al prisionero en su calabozo con la misma facilidad que al hombre que esta en medio del campo. Las manifestaciones visuales más comunes tienen lugar durante el sueno; estas son las visiones. Las apariciones propiamente dichas tienen lugar en estado de vigilia, cuando se disfruta de la plenitud y completa libertad de las facultades. Se. presentan generalmente bajo una forma vaporosa, diáfana, a veces vaga e indecisa; al principio, se ofrecen con frecuencia como un reflejo blanquecino cuyos contornos se dibujan poco a poco; otras veces, las formas están claramente acentuadas y se distinguen los más tenues rasgos de la cara, hasta el extremo de poder dar una muy precisa descripción. Los movimientos y el aspecto son
semejantes a los del Espíritu durante su vida. Pudiendo tomar todas las apariencias, el Espíritu se presenta bajo aquella que mejor pueda darle a conocer,

Los Espíritus se presentan a menudo con los atributos característicos de su elevación, como una aureola, alas los que pueden considerarse como ángeles, un aspecto luminoso y resplandeciente, mientras otros tienen los que recuerdan sus ocupaciones terrestres. Así, un guerrero podrá aparecer con su armadura, un sabio con un libro, un asesino con un puñal, etc. Los Espíritus superiores tienen una fisonomía hermosa, noble y tranquila; los más inferiores tienen algo de feroz y bestial, y en ciertas ocasiones conservan las huellas de los crímenes que han cometido o de los suplicios que han sufrido. Esta apariencia es real para ellos, es decir, que se creen ser lo que parecen, lo cual es un castigo. El Espíritu que quiere o puede aparecerse, toma a




3. Transfiguración - Invisibilidad.
El periespíritu de las personas vivas aún goza de las mismas propiedades que el de los Espíritus. Según se deja dicho, no está confinado en el cuerpo, sino que irradia y forma alrededor de él una especie de atmósfera fluídica. Puede suceder, pues, que en un determinado caso y bajo el influjo de las mismas circunstancias, sufra una transformación análoga a la que hemos descrito. La
forma real y material del cuerpo puede desaparecer bajo esa envoltura fluídica, si así podemos expresarnos, y tomar momentáneamente una apariencia del todo
diferente; la de otra persona o la del Espíritu que combina su fluido con el del individuo, o bien dar a un rostro feo un aspecto bello y radiante. Tal es el fenómeno designado bajo el nombre de transfiguración, fenómeno bastante frecuente, y que
se produce principalmente cuando las circunstancias provocan una expansión, mas abundante de fluido. El fenómeno de la transfiguración puede manifestarse con una intensidad muy
diferente, según el grado de depuración del periespíritu, grado que corresponde sie

La forma material puede, pues, desaparecer bajo el fluido periespiritual, pero no es de necesidad para este fluido el tomar otro aspecto. A veces puede limitarse a velar un cuerpo inerte o vivo, y hacerlo invisible para una o varias personas, como lo haría una capa de vapor. Las cosas actuales solo las tomamos como puntos de comparación y no con la mira de establecer una analogía absoluta que no existe. Estos fenómenos, no parecen extraños más que todo, porque no se conocen las propiedades del fluido periespiritual. Es este un cuerpo nuevo que debe tener propiedades nuevas y que no pueden estudiarse por los procedimientos ordinarios de la ciencia; pero que no dejan de ser propiedades naturales, que solo la novedad tiene de maravilloso.
1 comentario:
Hace tiempo que no vengo aquí, pero aquí estoy para decir que este asunto está muy bien explicado. Me gusté de las ilustraciones, y creo que cuando los biólogos, los médicos si dieren cuenta del papel importante, vital de ese cuerpo sutil que todos nosotros poseemos grande avanzo teran en favor de su ciencia, en su favor, al final, en beficio de todos. ¡Felicitaciones!
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