En el Movimiento Espírita existe mucha confusión al respecto de la obsesión y de cómo se
caracteriza. Uno de los obstáculos para su curación está, en la dificultad para identificarla. Frecuentemente, es confundida con la simple influencia de Espíritus sufrientes o con las influencias negativas que todo ser humano recibe. Se puede comparar este error, más o menos, como el del médico que, al examinar al paciente, confundió el resfriado con la tuberculosis. Hay aquellos que confunden la obsesión con mediumnidad o con el trabajo del paciente en el campo de la asistencia social. Es un grave error que puede llevar a consecuencias dañinas. Es lo mismo que un médico prescribiera para la cura de una enfermedad, que su paciente estudiara medicina o que fuera a trabajar a un hospital.
La obsesión es una enfermedad con fondo moral que debe ser tratada por métodos lógicos
y racionales enseñados por la Doctrina Espírita. Si deberá haber actividad mediúmnica o no en la
vida del paciente, ello quedará decidido después del tratamiento, pues dependerá de una serie de
factores que deberán ser evaluados por el dirigente de sesiones o por el responsable del Centro.
Es necesario para el observador, detenerse en algunos detalles para identificar correctamente
el proceso obsesivo. Sólo de esta manera podrá ser tratado correctamente.
“La obsesión presenta caracteres diversos que es muy necesario distinguir, y que resultan
del grado de opresión y de la naturaleza de los efectos que produce”. (Allan Kardec en el Libro de
los Médiums, capítulo 23:237)
“La palabra obsesión es de algún modo un término genérico por el cual se designa esta
especie de fenómeno, cuyas principales variedades son: la obsesión simple, la fascinación y la subyugación.”
(ítem anterior)
1.1 - Definición clásica.
Allan Kardec, el codificador, define de esta manera la obsesión:
“La obsesión es la acción persistente de un Espíritu malo sobre una persona. Presenta características
muy diversas, desde la simple influencia de orden moral, sin señales exteriores perceptibles,
hasta la completa perturbación del organismo y las facultades mentales”
“Se trata del dominio que algunos Espíritus pueden adquirir sobre ciertas personas. Son
siempre los Espíritus inferiores que buscan dominar, pues los buenos no ejercen ningún constreñimiento...
Los malos, por el contrario, se agarran a los que consiguen cautivar. Si llegan a dominar a
alguien, se identifican con el Espíritu de la víctima y la conducen con se hace con un niño”.
La obsesión es el dominio que los Espíritus inferiores adquieren sobre algunas personas,
provocándoles desequilibrios psíquicos, emocionales y orgánicos. Esta es la definición básica que
Allan Kardec dio de ella. Como causa fundamental de la obsesión, el Codificador señaló ciertas
flaquezas del organismo moral de los pacientes.
La Doctrina Espírita enseña que todos nosotros recibimos la influencia de los buenos y
malos Espíritus, explicando que se trata de un proceso natural, por medio del cual el espíritu es
estimulado a la experiencia evolutiva cuando está encarnado. Sin embargo, cuando un Espíritu
atrasado se apega a una persona y su influencia perniciosa se vuelve constante, entonces puede
clasificarse como obsesión.
Los síntomas que caracterizan a la obsesión varían en cada uno de los casos, desde simples
efectos morales, pasando por manías, fobias, alteraciones emocionales acentuadas, cambios en la
estructura psíquica, subyugación del cuerpo físico, hasta la completa disgregación de la normalidad
psicológica, produciendo la locura.
En el tratamiento de la obsesión es preciso saber distinguir sus efectos, de aquellos otros
causados por las influencias naturales (mas o menos pasajeras) y de las alteraciones emocionales
oriundas del propio psiquismo del paciente.
Existen personas que buscan el Centro Espírita trayendo desequilibrios psicológicos que,
aunque se puedan beneficiar de las enseñanzas de la Espiritualidad, también necesitan del apoyo de
terapeutas. La relación con la vida actual, la propia educación que reciben o su pasado reencarnatorio
les cargan de traumas y condicionamientos que los hacen sufrir.
El estudio de la Doctrina y las conferencias públicas podrán ayudar a esos individuos en la
recuperación de la normalidad anhelada, pero el entrevistador u orientador no debe dispensar la
competente orientación profesional, cuando lo crea necesario.
Es evidente que el entrevistador o dirigente del Centro Espírita tiene que saber diferenciar la
obsesión de las otras anomalías psíquicas. Existen algunas reglas generales que pueden observarse,
lo que les ayudará con profundidad, será la experiencia en trono de los casos examinados.
El fenómeno obsesivo presenta señales morales, psicológicas o físicos característicos, que el
trabajador debe aprender a identificar. En la obsesión, obsesión, se observa un constreñimiento de la
voluntad del paciente, un incómodo que parece no cede a ninguna providencia. Con la simple influencia
de sufridores, eso no ocurre. En ella, solo se observa la tristeza apática, la melancolía,
llanto, sin mayor gravedad. Alguien puede estar alterado emocionalmente, influenciado por un Espíritu
sufriente, sin con ello estar obsesado.
Los síntomas relacionados abajo, pueden ser indicadores de procesos obsesivos ya desarrollados
o en fase de desarrollo. Si permanecen constantes en una persona, se puede sospechar con
gran margen de acierto, que esté bajo el imperio de la obsesión. Son estos:
- Depresión, angustia y tristeza.
- Pesadillas constantes.
- Tendencia al vicio.
- Prácticas mundanas.
- Agresividad fuera de lo normal.
- Abandono de la vida social o familiar.
- Ruidos extraños a voluntad propia.
- Visión frecuente o esporádica de sombras.
- Impresión de escuchar voces.
- Manías y tics nerviosos.
Una persona, alguna que otra vez, puede tener pesadillas, entrar en un estado de tristeza o
sentir cualquiera de los síntomas citados arriba, sin que esté siendo víctima de la obsesión. Lo que
caracterizará la fenomenología obsesiva será la insistencia de esos estados mórbidos en incomodar a
la persona.
Todavía en el campo de los síntomas, se puede afirmar que en las simples influencias espirituales,
las entidades normalmente son Espíritus sufridores o ignorantes, que pueden ser apartados
fácilmente del campo psíquico del paciente a través de pases y evangelización. En las obsesiones
provocadas por Espíritus malos es diferente. Los síntomas se presentan con tendencias agravantes y
enfermas. Se observa una insistencia de la entidad en agredir al obsesado o interferir en su mente,
afectando la normalidad.
Con el tiempo, el responsable de la recepción en el Centro Espírita adquirirá experiencia
suficiente para detectar la obsesión y prever su tratamiento con relativa seguridad.
1.2 – Causas de la obsesión.
Es de vital importancia a los que trabajan con el tratamiento de la obsesión, descubrir las
causas que llevarán al paciente a caer bajo el dominio del Espíritu obsesor que lo atormenta. Sabemos,
a través de las enseñanzas de Allan Kardec, que en el fondo de todas las perturbaciones espirituales
residen las flaquezas morales del perturbado, las imperfecciones del alma que son las puertas
de entrada para la influencia extraña.
Algo parecido ocurre con las enfermedades del cuerpo físico: cuando ellas se instalan en el
organismo, la causa está generalmente en las flaquezas de la estructura orgánica.
En estudios realizados en el Grupo Espírita Bezerra de Menezes, en la ciudad de San José
de Río Preto, San Pablo, Brasil, fueron examinados más de 7 mil casos de comportamientos anormales,
causadas por Espíritus o no, se clasificaron las causas de la obsesión como si vinieran de
cuatro fuentes distintas:
- Causa moral
- Causa Kármica
- Contaminaciones
- Auto obsesión.
Causa moral.
Hay dos situaciones que pueden llevar a un paciente a ser víctima de la obsesión de fondo
moral: el Espíritu inmaduro y el Espíritu mal orientado. En el primer caso, el de la inmadurez espiritual,
son pacientes poco adelantados moralmente, con el psiquismo todavía dominado por pensamientos
inferiores. La conducta de esas personas con acciones y pensamientos inferiores, atraen a
Espíritus imperfectos que se afinizan con ellas. En el principio de la relación, se verifica solo alguna
interferencia en algunas actitudes del individuo. Mas tarde, aparece un delicado mecanismo de interinfluenciación,
donde las voluntades y deseos son conmutados entre perturbado y perturbador.
Luego, la voluntad del obsesado, poco a poco va siendo sustituida por la del obsesor,
instalándose el fenómeno obsesivo. Este tipo de obsesión es común y hay situaciones en que los que
la llevan ni perciben que dividen su vida mental con un Espíritu inferior. En ese tipo de obsesión no
hay gran cura en el tratamiento. Lo que se puede conseguir es una mejoría relativa, pues no hay
como cambiar bruscamente el estado evolutivo de una persona, haciéndola entender conceptos que
todavía no tienen condiciones de concebir.
En la segunda situación, la del Espíritu mal orientado, se encuentran los pacientes que
tuvieron educación deficitaria en el hogar, en la religión, en la escuela. La inferioridad del mundo
terrenal, sus costumbres y sistemas educativos estimulan en el ser humano un desarrollo de las
pasiones y lo apartan de Dios. Estructuras psicológicas mal orientadas provocan en las personas,
conductas desordenadas, llevándolas a sintonizar con Espíritus inferiores. Por el mismo mecanismo
citado anteriormente, se forma el proceso obsesivo de fondo moral. En esos casos, el tratamiento
será más fácil, pues se trata de un problema que una simple orientación bien conducida puede resolver.
Causa karmica.
Se clasifican como obsesiones kármicas los casos obsesivos relacionados con las vidas
pasadas de un paciente en desequilibrio. Karma es un término que se refiere al bagaje histórico del
Espíritu. Es el producto de todas las encarnaciones vividas por la entidad. La palabra “Karma” es de
origen sánscrito (una de las más antiguas lenguas de la india), y significa “acción”. Se puede decir, a
grosso modo, que el karma es la acción del Espíritu en toda su trayectoria evolutiva, desde su
primera encarnación.
Se denominan obsesiones de “causa kármica”, aquellas en que las persecuciones observadas
no pertenecen a la relación obsesado y obsesor, ocurridas en vidas pasadas, en este u otros
mundos. Es un tipo de obsesión provocada por la desarmonía de conducta entre dos o más seres
humanos, generando odios, resentimientos y venganzas que pueden extenderse hacia sus vidas futuras.
La ley de acción y reacción, o causa y efecto, regulan estos procesos de ajuste entre las partes
envueltas, permitiendo que las consecuencias de esta cosecha mal hecha den sus frutos con vistas al
aprendizaje de todos.
El compromiso en el pasado, a través de las ataduras vibratorias, atrae al desencarnado
que, viendo consumida la fase de infancia de su enemigo, inicia su influencia maléfica sobre él.
Durante dos años se instala la obsesión, presentándose una mayor o menor gravedad, según las
circunstancias de cada caso.
Contaminaciones.
En la Génesis, Capítulo XIV, Allan Kardec hace un importante estudio sobre los fluidos
espirituales. Examinando dichos puntos, se puede concluir que los ambientes materiales poseen una
especie de atmósfera espiritual creada por las personas que viven con ellas. Se obtiene de ahí, que
los Centros Espíritas, los terrenos de Umbanda, las Iglesias, los hogares, los locales de trabajo y de
diversiones, constituyen verdaderos núcleos de magnetismo espiritual, creados por los pensamientos
de los que los frecuentan. Aprendemos que en esos ambientes constituidos por personas mas o
menos imperfectas, donde se asocian Espíritus desencarnados con tendencias afines.
En las investigaciones basadas en la obsesión, realizadas en el Grupo Espírita Bezerra de
Menezes de Brasil, se verificó que frecuentadores de ambientes espirituales donde predominan presencias
de Espíritus inferiores (terrenos primitivos, centros espíritas desajustados o templos de sectas
extrañas), pueden quedar contaminados con su influencia. Tal dominio se forma en virtud de la
sintonía mental de los frecuentadores, con los Espíritus que habitualmente van ahí. Estas obsesiones
tienen la denominación de “contaminaciones”.
En los casos de los terrenos dichos anteriormente de Umbanda, los consultantes – como
son llamados allí los necesitados – casi siembre van a solicitar ayuda para la solución de sus problemas
materiales y amorosos. En esos ambientes, generalmente predominan intereses rápidos, ligados
a la vida material y nadie acostumbra a tratar las cuestiones morales relativas al futuro del individuo
como Espíritu inmortal.
Los Espíritus inferiores que militan en esos ambientes, ayudan a las personas interfiriendo
sus vidas, causándoles contrariedades o efectos materiales que engañan a los que no poseen conocimientos
de la verdad enseñada por el Consolador. Cuando el frecuentador se aparta de esos lugares,
la influencia de los malos Espíritus no siempre cesa. Al notar que están perdiendo sus víctimas,
pueden instalar la desarmonía emocional así como material en la vida de los que envuelven.
Las obsesiones causadas por contaminaciones son más frecuentes de lo que se imagina. En
la región de San José de Río Preto (Brasil), por ejemplo, lo son un 40% de los casos examinados.
Las contaminaciones también pueden ocurrir a través de las actividades de los Centros Espirituales
mal orientados. Cuando personas novatas, sin estudio o preparación, son puestas en reuniones
mediúmnicas para ejercitar sus facultades, es muy común caer bajo el dominio de los Espíritus
inferiores, acabando como víctimas de la obsesión. Grupos espíritas dominados por entidades ignorantes
y malévolas son verdaderos focos de contaminación espiritual, que perjudican a los que allí
van a buscar ayuda y orientación para sus vidas.
Auto-obsesión.
En la auto-obsesión, la mente de la persona enferma se encuentra en una condición enferma
parecida a la neurosis. Es una situación donde él se atormenta a sí mismo con pensamientos de los
cuales no se consigue librar. Hay casos más graves en que el paciente no acepta que su mal resida en
él mismo.
Las causas de este tipo de obsesión residen en los problemas anímicos del paciente, o sea,
en sus dramas personales, de esta o de otras encarnaciones. Son traumas, remordimientos, culpas y
situaciones que vienen de la intimidad de su ser, que le perjudican la normalidad psicológica.
Cuando se examinan esos casos mediúmnicamente, se pueden encontrar Espíritus atrasados
o sufrientes asociados a la vida mental de los enfermos. Pero, en las comunicaciones indican que
ellos están allí por causa de la sintonía mental con el obsesado. Agravan su mal, pero no son los
causantes de él.
La causa central de ese tipo de obsesión reside en el paciente, que se atormenta él mismo,
en una especie de punición a sí mismo. La mente de un auto-obsesado está cerrada en sí misma y es
preciso abrirla para la vida exterior, si queremos ayudarlo.
La psicoterapia convencional puede y debe ser utilizada en el tratamiento de la auto-obsesión.
Uniéndose a él la terapia espírita, basada en la evangelización y en el ascendente moral, se
pueden obtener resultados satisfactorios. El tratamiento abrirá la prisión psíquica donde el individuo
vive, liberándole de la esclavitud mental.
1.3 - Grados de la obsesión.
La obsesión posee causas, consecuencias y señales diversas. Allan Kardec ordenó el fenómeno
obsesivo según ciertas características y grados de intensidad que le es propio y que facilita el
entender la gravedad de cada caso. El Codificador clasificó la obsesión en tres categorías distintas,
según su grado de manifestación: Obsesión simple, Fascinación y Subyugación.
Obsesión simple.
En la obsesión simple, ocurre un grado de constreñimiento que se limita a perturbar la
voluntad, emoción y psiquismo del paciente obsesado. El Espíritu inferior incomoda al individuo,
pero no domina en profundidad su psiquismo. Alguien que tenga el sueño perturbado por pesadillas,
puede estar siendo víctima de una obsesión simple. Si, mientras tanto, los efectos provocados por
esos sueños ruines permanecen durante el día perturbando al enfermo, el caso puede ser clasificado
como una subyugación moral.
Pacientes portadores de depresiones de carácter leve a mediana, pueden ser víctima de
obsesiones simples. Sin embargo, si la situación psicológica degenera en la predominación de malos
pensamientos en el tránsito mental, la situación también puede ser clasificada como subyugación
moral.
Pequeños tics nerviosos y manías esporádicas, también pueden clasificarse como obsesiones
simples. En el caso de que los tics nerviosos se vuelvan constantes, el fenómeno obsesivo podrá
ser clasificado como subyugación física. En resumen, la obsesión simple es, como el propio nombre
indica, una interferencia espiritual no grave. Pero, es importante citar que algunas obsesiones simples,
si no fueran cuidadas adecuadamente, podrán degenerar en formas más graves, tales como la
subyugación o fascinación. Por tanto, todos los casos de obsesión merecen la mayor intención.
Fascinación.
La fascinación es el proceso de obsesión más grave. Es Allan Kardec todavía quien así lo
dice, hablando de esa situación obsesiva:
“La tarea (de desobsesión) es mucho más fácil cuando el obseso, comprendiendo la situación
en que se halla, aporta su concurso poniendo voluntad y orando. No sucede lo mismo si,
seducida por el espíritu embustero, la víctima está ilusionada con las supuestas cualidades de quien
la domina y se complace en el error en que este último la sume, porque en tal circunstancia, muy al
contrario de colaborar con los que le asisten, rechaza su ayuda. Tal es el caso de la fascinación,
siempre infinitamente más rebelde que la más violenta de las subyugaciones. Digamos, por último,
que en todos los casos de obsesión, la plegaria es el más poderoso auxiliar de la oración contra el
espíritu obsesor.” – (El evangelio según el Espiritismo, Capítulo 28:81).
En la fascinación, existe un mecanismo de profunda ilusión instalada en la mente enferma
del paciente. Él afecta a las facultades intelectuales, distorsionando el raciocinio, la capacidad de
juicio y la razón. El Espíritu obsesor engaña al enfermo explorando en sus flaquezas morales,
engañándolo con falsas promesas. Un fascinado no admite que está obsesado. El defecto moral que
provoca la fascinación es el orgullo. Infelizmente todos nosotros, seres humanos, todavía tenemos
esa hierva dañina en la intimidad del alma. Buenos valores mediúmnicos ya se perderán por causa de
la supervalorización que algunas personas darán a su amor propio.
Los espíritus fascinadores son hipócritas. No poseen vergüenza alguna en adornarse con
nombres honrados y, así mismo, llevar a sus víctimas a tomar actitudes ridículas delante de los
demás.
La fascinación es más común de lo que se piensa. Actualmente, alcanza al Movimiento
Espírita como una enfermedad moral muy seria. Es ella la responsable de la edición de libros antidoctrinarios
y comprometedores existentes en el mercado de la literatura espírita en buen número.
Esas obras son escritas por médiums y escritores vanidosos, que bajo el imperio de la fascinación, no
se dan cuenta del ridículo a que se someten.
También es fascinación la responsable de innumerables conductas esdrújulas observadas en
Centros Espíritas, tales como la entonación de cánticos, utilización de ropas y adornos en las sesiones,
uso de cromoterapia, transformación de la tribuna en anecdotario, etc.
Los intelectuales, aun instruidos, no están libres de la fascinación. Algunos de esos individuos,
por confiar excesivamente en su presunto saber, se vuelven instrumentos de Espíritus fascinadores
y pasan a divulgar en el Movimiento Espírita conceptos anti-doctrinarios nocivos a la fe
espírita.
Allan Kardec nos alerta en otro gran peligro: el de la fascinación de grupos espíritas. Iniciados
atrevidos e inexpertos pueden caer víctimas de Espíritus embusteros que se complacen en ejercer
dominio bajo todos aquellos que le prestan oído, manifestándose algunas veces como guías y
otras como Espíritus de otra naturaleza.
La fascinación también puede caer sobre grupos experimentados que se juzgan maduros o
suficientes para entregar libros escritos a través de su dañina influencia. El orgullo y el sentimiento
de superioridad es la gran puerta para la entrada de Espíritus fascinadores. Por tanto, se debe tener
todo el cuidado en la dirección de Centros Espíritas y de las sesiones mediúmnicas. Los dirigentes
son el blanco preferido de los Espíritus hipócritas que, dominados, pueden más fácilmente dominar
al grupo.Subyugación.
La subyugación es un tipo de obsesión que presenta un elevado grado de dominio del
aspecto corporal, y a veces, moral del paciente. Cuando la subyugación es moral, se diferencia de la
fascinación, porque el paciente sabe que está obsesado. En la fascinación él niega que lo esté.
En la subyugación ocurre un intenso dominio del Espíritu obsesor en el plano fluídico que,
en algunos momentos, llega a imantar al cuerpo espiritual del enfermo, provocándole crisis de movimientos
involuntarios, con consecuentes reflejos en el cuerpo físico.
Las crisis provocadas por esta categoría de obsesión son conocidas en el lenguaje popular
como “posesión”. Ese término es inadecuado, pues no se llega a poseer el cuerpo físico por parte del
Espíritu desencarnado. Lo correcto es afirmar que alguien está subyugado por un Espíritu, esto es,
bajo su dominio, su juego.
El desarrollo de los procesos de subyugación se inicia primero en el plano moral. Después
de encontrada la sintonía adecuada, él evoluciona hacia la homogeneización fluídica, que más tarde
llevará al dominio del periespíritu. Más tarde, empezarán a aparecer las crisis que afectan al cuerpo
físico, con tics nerviosos constantes, muecas, agresiones y situaciones parecidas a convulsiones.
1.4 – Situaciones obsesivas
Las situaciones, generalmente, no presentan gravedad y pueden ser tratadas relativamente
fácil a través de la metodología espírita. Sólo en un número pequeño de casos hay factores que
predisponen a la degeneración del proceso, culminando en subyugación o fascinación. En las obsesiones
más graves, casi siempre se encuentran situaciones donde el enfermo tiene un alto índice de
endeudamiento frente a las leyes de Dios. En esos casos, se percibe todavía la presencia marcada,
ostensible, de un Espíritu obsesor y de circunstancias morales en el paciente que facilitan la evolución
del estado mórbido.
En todos los casos de obsesión hay siempre dos lados unidos. En un lado está el obsesado,
aquel que sufre la agresión del obsesor. En el otro, está el obsesor, que provoca la agresión, dando
origen a la obsesión.
En la patología obsesiva hay varias situaciones de dominio espiritual, que precisan ser bien
comprendidas a fin de contribuir con la finalidad de la terapia espírita. Citaremos los casos posibles
que pueden ocurrir, teniendo como objetivo facilitar el trabajo de los adoctrinadores, pues, como
veremos, será preciso actuar en las dos vertientes del proceso, para solucionarlo de forma conveniente.
Se puede tener las siguientes situaciones obsesivas:
- De desencarnado a encarnado
- De encarnado a desencarnado
- De desencarnado a desencarnado
- De encarnado a encarnado
- Auto-obsesión
- Obsesión recíproca.
De desencarnado a encarnado.
Se trata de la obsesión convencional, conforme Allan Kardec nos dice en las obras básicas.
Es un proceso obsesivo más común y de mayor incidencia. Todas las personas poseen la faja psíquica
con la cual sintonizan. Cuando la insistencia de esa influencia se sitúa en el campo de la influencia
de los Espíritus atrasados, aparece ahí el fenómeno obsesivo. Las razones de la obsesión son diversas,
como ya tuvimos oportunidad de verificar.
De encarnado a desencarnado.
Aunque esa situación obsesiva no sea muy común, ella se observa en casos en los cuales
personas encarnadas pueden ejercer sobre Espíritus desencarnados una influencia magnética muy
grande. Tales sucesos pueden ocurrir en ocasiones en que alguien pierde un ser querido y alimenta
hacia él un amor posesivo.
El deseo de quien está del lado material en permanecer ligado a aquel que partió y el
lamento desmedido, pueden establecer lazos fluidicos bastante poderosos entre ambos. Casos entre
padres e hijos; entre amantes; entre enemigos; situaciones que envuelven disputas por herencia, etc.,
ya fueron observados y clasificados como siendo entre “encarnado y desencarnado”.
De desencarnado a desencarnado.
Espíritus que atormentan Espíritus son un drama que se desarrolla tanto en la Tierra como
en el plano espiritual. En las sesiones de mediumnidad es muy común en los médiums tener contacto
con entidades que se quejan de estar siendo perseguidas por verdugos invisibles. En la Revista
Espírita, del mes de junio de 1860, en el artículo “Conferencias familiares más allá de la tumba”,
Allan Kardec evoca al espíritu de la Sra. Duret y propone lo siguiente:
Pregunta: ¿El Espíritu que obsesó un médium en vida, puede obsesarlo después de la muerte?
Respuesta: La muerte no libera al hombre de la obsesión de los malos Espíritus: es la figura
de los demonios, atormentando a las almas sufridoras. Si, esos Espíritus los persiguen después de la
muerte y les causan sufrimientos horribles, porque el Espíritu atormentado se siente en un abrazo de
que no se puede librar.
De encarnado a encarnado.
Personas obsesándose entre ellas, existen en gran número. La obsesión entre vivos se puede
manifestar a través de sentimientos de envidia, pasión, deseo de poder, orgullo y odio. Tenemos
como ejemplo, situaciones de relación interpersonal, como el marido que limita la libertad de la
esposa; la esposa que somete al marido a sus caprichos; padres que se creen con derecho de limitar
la libertad de los hijos; pasiones que terminan en dramas dolorosos, pactos de suicidio, asesinato,etc.
Auto-obsesión.
En la auto-obsesión, como ya vimos, la mente del enfermo se encuentra en una condición
enferma, donde él se atormenta a sí mismo. Las causas de este tipo de obsesión, residen en los
problemas anímicos del paciente, o sea, en sus propios dramas personales, vividos en esta o en otras
encarnaciones.
“No es raro que el hombre sea obsesor de sí mismo” – (Allan Kardec, en Obras Póstumas, ítem 58)
Obsesión recíproca.
Son situaciones de persecución en que dos Espíritus alimentan odio el uno por el otro o son
esclavos de las mismas pasiones. Algunos casos pueden clasificarse como de verdadera simbiosis,
donde uno se alimenta de los desequilibrios del otro. Puede acontecer entre encarnados y
desencarnados
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