miércoles, 14 de enero de 2009

Rejina la Florista de Amalia D. S.del libro Hechos que Puebran

Hace algún tiempo que muy cerca de nuestra morada se sienta en la calle, en una silla pequeña una joven enlutada. Su vestido es pobre pero limpio, siempre está entretenida haciendo media o crochet esperando que los niños de una escuela cercana le compren avellanas, piñones, naranjas, manzanas y otras chucherias que tiene tiene muy bien colocadas en su cestos de palma sobre un tablerito de madera.

Su semblante, dulce y triste, nos ha llamado la atención, y la hemos compadecido cuando en los dias más crudos del invierno la hemos visto envuelta en un viejo mantón gris, encogida y acurrucada como una anciana 80 años.

Deseando hablar con ella, le hemos comprado algo de su mercancias, y hemos sabido que es huérfana, que vive con una tia suya y que sufre mucho, pues aunque sus labios no han murmurado una queja, su rostro demuestra que más de de una vez habrá calmado su sed con sus lagrimas.

No podiamos explicarnos el por qué al verla recordábamos siempre a una jovencita que conocimos en Madrid, la cual vendia flores a la puerta de una iglesia. Se llamaba Regina, su voz
era dulce y acariciadora, y aunque no era hermosa, en cambio era muy simpática, y por momentos se la veia prosperar.

Primero no tení delante de sí más que un pequeño cesto lleno de ramitos de violetas. después compró un cesto muy grande, luego añadió una especie de arbolillo de madera pintado de verde, el cual lo cubría con varitas de nardos, de jacintos, de azucenas y otras flores.

Nosotros gozábamos de verla prosperar,y le decíamos:"Regina, pronto tendrás que alquilar un zaguán para colocar tus flores."
La joven se reía alegremente, y nos decía:
-Yo ambiciono mucho más aún: sueño con tener un jardincito donde pueda trabajar el señor Mateo.
-¿ Y quién es ese Sr. Mateo?
-Mi segundo padre, que trabaja para otros jardineros, y yo deseo que trabaje para si mismo.

Los muchos compradores que tenia Regina no nos dejaban tiempo de hablar con ella. Siempre que la veíamos cambiábamos con la huérfana un amistoso saludo, al cual correspondia la joven con encantadora humildad. Nos complacía verla, porque envolvía todo su ser algo puro y luminoso a pesar de pasar el día y las primeras horas de la noche en medio de la calle entre las mendigas que se colocaban en la puerta de la iglesia. Regina conservaba en su frente tanta pureza y tanta dignidad. que nos llamaba muchísimo la atención y la queriamos bastante.

Al pasar un día por delante del templo y no ver a Regina, preguntamos a una mendiga anciana por ella, y nos contestó con acento conmovido:
-Encomiéndela Vd. a Dios.
-¡Cómo!... ¿Cuándo ha muerto?
-- Ya hace días.
-¡ Qué lástima!
--Ya lo puede Vd. decir, todas la queriamos- añadió otra pordiosera-,el primer real que ganaba todos los dias vendiendo flores lo repartia entre nosotras: era una muchacha de todas prendas.
-¿ Y de qué ha muerto?
--De un tiro.
-¿De un tiro?
--Sí, porque aquello fue como si una bala le hubiera
atravesado el corazón. Estaba aquí una mañana tan contenta y tan tranquila, pensando y diciendo que esperaba ganar mucho aquel día porque vendría mucha gente a la iglesia, que había la boda de un señor muy rico. Vino, en efecto, muchisima gente, y cuando salieron los novios, ella quería presentarle a la novia un ramo muy bonito de rosas blancas. No sé qué le dio, que al levantarse cayó muerta de lante de los novios. Bien hicieron para que resucitara, hasta el novio y la novia entraron en la sacristía a ver si volvía en sí, pero Regina estaba bien muerta. ¡ Pobrecilla! ¡Si viera Vd. cuánto se la echa de menos aquí! Ella era la alegria de esta iglesia: el cura, el sacristán, los monaguillos, todos tenían que hacer con ella, porque lo primero que hacía Regina era poner un ramo de flores en el altar de la Virgen de la Soledad, rezaba una salve yenseguida se venia con nosotras, . Era tan buena, que a muchas señoras les pedia una limosna para la pobre que habia recogido menos. Vamos, no era para este mundo.

El relato de la mendiga nos conmovió profundamente,y siempre que pasábamos por delante de la iglesia suspirábamos recordando a la pobre Regina.

El transcurso de los años borró de nuestra mente el melancólico recuerdo de la joven florista mas al ver a la vendedora de frutas, instantáneamente nos hemos acordado de ella. Han pasado
dias semanas y meses, y cada vez ha sido más vivo el recuerdo, hasta que nos hemos convencido de que sin duda su espíritu nos rodea y desea comunicarse.Por eso, a pesar de no encontrarnos en muy buenas condiciones para escribir, hemos tomado la pluma y le hemos dicho al ser invisible que reclama nuestra atención: Habla, te escuchamos, vierte en nuestro cerebro tus ideas, que las trasmitiremos al papel lo más fielmente que nos sea posible.

"Gracias, Amalia, yo premiaré tu condescendencia rodeándote de flores muy bellas: No te has engañado al creer que mi espíritu te seguia. Yo acompañaba a la vendedora de fruta que se sitúa cerca de tu hogar, me inspiran compasión esas pobres jovenes que viven en medio de la calle. Están tan expuestas a caer en el fango que las rodea.... Y no me refiero a mí, que afortunadamente no tuve que luchar con seducciones de ninguna especie, mi envoltura material no hablaba a los sentidos, mi blanca vestidura no la manchó el lodo de la tierra. Es una de las existencias más provechosas para mi espiritu, y tú, que amas a los seres abandonados, tú que te interesas por los que lloran, tú que me has querido, justo es que te cuente por qué dejé la Tierra.
Escúchame.
"Nací en un hogar muy pobre, muy humilde. Mi madre era lavendedora, mi padre trabajaba en distintos oficios, pero de salud muy endeble, la mayor parte del tiempo lo pasaba velando mi sueño, paseándome en sus brazos, haciendo lo que mi pobre madre no podia hacer,pues su rudo y penoso trabajo la obligaba a estar fuera de casa todo el día. Los dos me querian con delirio,yo era su única alegria. Mi padre, al declinar la tarde, me vestía de limpio y saliamos al encuentro de mi madre, y vlos tres juntos regresábamos a nuestro hogar. Jamás una querrrrella alteró la paz entre los honrados y humildes autores de mis dias, se amaban entrañablemente, y cuando mi padre dejó la tierra, mi madre no tenia consuelo.

"Yo contaba entonces ocho abriles. Mi padre me había enseñado a leer, y mi madre estaba muy orgullosa conque su hija supiera lo que a ella no le habian enseñado.Todos los vecinos de la casa que habitábamos me tenian mucho cariño, especialmente un jardinero que se llamaba Mateo, viudo y sin hijos. Yo era su predilecta entre todos los niños de la vecidad, y cuando murió mi madre, le dijo momentos hantes de expirar: <> Santa promesa que hizo morir a mi madre con la mayor tranquilidad.

"Yo cotaba entonces once años. Mateo me preguntó qué oficio quería aprender, y yo le dije: quiero vender flores. Sea como tú quieras, me contestó.Y vestida de luto comencé mi aprendizaje. Más de un año estuve con una florista haciendo ramos y guirnaldas, y luego me puse a vender flores donde tú me conociste, con tan buena suerte que Mateo estaba maravillado y se encantaba cuando yo le decía que confiaba ganar lo bastante para tomar en arrendamiento un pequeño jardin y vivir holgadamente de su producto. "Los primeros dias que pasé a la puerta de la iglesia pensaba con tristeza en mis padres, en mi humilde casita donde había sido tan querisa, y cuando al mediodia iba en busca de Mateo y juntos comiamos en uno de esos lugares donde se reúnen los trabajadores sin familia, tenía que hacer grandes esfuerzos para no llorar amargamente, pero luego me fui acostumbrando y dejé de sufrir. "Mi madre tenia gran devoción a la Virgen de la soledad, y me enseñó a querer a la dulce imagen de la madre de jesus. Todas las mañanas dejaba en su altar un ramito de flores, daba después a los pobres el primer producto de mi venta, y me quedaba tan tranquila y tan contenta, que mi inocente alegria difundía entre mis pobres compañeras la esperanza de un dia feliz. " Por la noche regresaba a mi hogar, donde ya me esperaba Mateo con la cena preparada, y nuestras veladas eran dulces y serenas. Hacíamos proyectos para el porvenir y guardábamos en una hucha el sobrante de mis ganancias, pues con su jornal nos manteníamos.

" Una noche, ¡nunca la olvidaré!, había gran función en la iglesia y yo esperaba vender un hermoso ramo de violetas y rosas blancas ( últimas flores que me quedaban )para irme a mi casa, y ya comenzaba entristecerme porque nadie se fijaba enmí cuando salió un joven del templo, hermoso como la primera ilusión de la juventud, elegante y distinguido como el más cumplido caballero, pero al mismo tiempo había en su semblante una expresión tan dulce y tan sencilla, que sin temor alguno le presenté mi útimo ramo, dicíendole:

" El joven se detuvo un momento, me miró con dulzura, y tomando el ramo me dijo:<<¡Pobrecita ! ¿Todavía estás aquí....? Vete, vete a tu casa, que las niñas buenas no deben estar a estas horas por la calle.>>Y me dejó en la mano una moneda que yo creía que fuese una peseta.

" Me faltó tiempo para irme a casa, pensando todo el camino en el hermoso joven que me habia dado tan buen cosejo. Y cúal no sería mi asombro y del bueno de Mateo, cuando vimos que me había dado una moneda de oro. los dos creíamos que se había equivocado, y decidimos devolverle la moneda si le volvía a ver. " Al dia siguientes no lo vi, y regresé muy triste a mi hogar,pero dos dias después le vi al entrar en la iglesia y me apresusé a decirle:

"-Señor, me disteis eqiuvocadamente una moneda de oro y os la devuelvo.

" Él me miró con la mayor dulzura, diciendo con voz apenas percerptible.

"--Ya sabía todo lo que te daba, guárdala en memoria mía.

" Yo me quedé tan confusa que no supe qué contestar. Cuando salió del templo me compró un ramito de violetas, que me pagó con una moneda de plata, y durante algunos meses le vi casi todos los diás. Al verle el cielo me abría suspuertas, tan inmenso era el placer que yo experimentaba. Su voz resonaba en mis oídos como una música divina. Cuando sus miradas dulces y compasivas se fijaban en mi. mi corazón latía violentamente, me parecía que los rayos del sol herían mis ojos y los cerraba involuntariamente, siendo completamente dichosa cuando él se detenía a escoger el ramo, y me decia sonriéndose: Te voy a hacer rica.

"Yo enmudecía, aunque a todas horas pensaba lo que le diría mientras estuviese escojiendo las flores, pero... ¡ nunca le dije nada!... Y esperaba darle una sorpresa al decirle que con mis ahorros había logrado tomar un jardin en arrendamiento.

"Mateo estaba contentísimo, y yo era dichosa y desgraciada a la vez. No me daba cuenta de que le amaba, yo no me explicaba lo que sentía, por el, porque ningún hombre murmuró en mi oído una palabra de amor. Una tarde, atrvesando la calle de Alcalá, vi en un carruaje a una señorita muy hermosa acompañada de un anciano y de un joven, en el cual conocí a mi adorado protector, y sentí un dolor tan agudo en las sienes y en el corazón... Despertándose súbitamente en mis sentidos un odio tan profundo alos ricos, miré con tan dolorosa envidia a quellamujer que llevaba

en su coche al amado de mi alma, que cuando llegué a la puerta de la iglesia mi cabeza era un volcán.

"Aquella noche no le vi y por primera vez oculté al buen Mateo lo que sentía. Pretexté cansancio y me acosté muy temprano, sin que el sueño cerrara mis párpados.

"Al día siguiente le vi, estuvo escogiendo flores para que le hiciera un ramo artistico, y al verle tan dulce. tan sencillo, tan amable, mirándome con tanto cariño, renació mi confianza y mi fe en la virgen de la soledad, que me parecía que me decía cuando le presentaba mi ofrenda:

¡ Cunplidos serán tus deseos!

"Transcurrieron muchos meses, y casi diariamente veía al hermoso joven tan amigo de las flores. Ya con mis ahorros Mateo había conseguido cultivar por él mismo la mitad de un espacioso jardin, y yo redoblaba mis esfuerzos haciendo preciosos ramilletes que Mateo llevaba a alguna fondas de Madrid, y puede decirse que me situaba a la puerta de la iglesia únicamente para ver al hombre que me hacia vivir, sin yo saber que por él vivia

"Un día entré en la iglesia muy temprano a dejar mi ramo de flores en el altar de laVirgen de la soledad. Vi mucho movimiento colocando alfonbras y adornando altares, diciéndome un monaguillo:

"---Anda Regina, que hoy venderás pronto todas las flores. Se casan dos ricos y vendrán muchas

familias a presenciar el casamiento.

"Yo me fui a mi puesto y me apresuré a hacer un precioso ramillete de rosas blancas para ofrecerlas a la novia. Pasaron las horas y una larga fila de lujosos carruajes rodeó el templo.

La gente se aglomeró a la puerta para ver entrar a la novia, que iba cubierta con un largo velo de tul blanco. La miré fijamente y me pareció haberla visto en otra parte, y abandonando mis flores,dominada por una ansiedad inexplicable, oprimiendo el ramo de rosas entre mis manos, que me temblaban convulsivamente, me coloqué en primera fila para ver salir a los novios. Los momentos se me hacían siglos. Así transcurrió una hora, hasta que se abrió la puerta interior de la iglesia y comenzaron a salir señoras y caballeros lujosamente vestidos.Yo miraba atentamente, sintiendo que mis sienes latían con inusitada violencia. Miré al fondo del templo, y vi venir a los novios. Instantáneamente perdí por un momento la vista porque me pareció reconocer en el novio a mi generoso protector,pero la recobré y di algunos pasos como si quisiera salir a su encuentro. Lesmiré condolorosa atención y vi que no me había equivocado.

¡Era él! Era el hombre que yo amaba el que llevaba a su esposa apoyada en su brazo. Sus cabezas casi se tocaban, andaban muy despacio, parecía que no podian soportar el peso de su inmensa felicidad.Yo acorté la distancia que me seperaba de ellos, llegué cerca de la feliz pareja, ofrecí a la hermosa desposada mi ramo de rosas blancas mientras mis ojos se fijaban en él, y como si un rayo me hubiese herido, quedé muerta instantáneamente.

"Dios, siempre bueno y misericordioso,permitió quemi espiritu perdiese toda relación con la tierra en aquellos momentos, y un sueño profundo me alejó de todo cuanto me causó

ia muerte. Cuando me di cuenta de que vivia, me vi en brazos de mi padre rodeada de otros seres amigos que habían sido mis deudos en anteriores existencias.Mi asombro fue inmenso... ¡Indescriptible!... Porque durante mi estancia en la tierra nunca oí hablar nada concerniente a la vida de ultratumba: adoraba ala Virgen de la soledad porque mi madre la adoraba también,confiaba en su protección divina y le rendia culto rezándole una salve y dejando en su altar un ramo de flores.Creia que al morir ella recogería mi alma y nunca habia pensado qué destino le daria. Así es que al ver la realidad de la vida, mi inteligencia se hubiese turbado si los buenos espiritus nome hubieran explicado lo que yo no comprendia.

"Cuando nuevos horizontes se abrieron ante mis ojos, cuando los sucesos de mi última existencia reapercieron en mi memoria, pensé enel bueno de Mateo y en el hombre que tan virginalmente habia amado, y a los bdos vi bajo un mismo techo, los dos habitaban y habitan aún en un mismo palacio.Entonces vi cuanto habia ocurido después de mi muerte. Los jóvenes desposados, o sea, Angel y Julia, seinpresionaron dolorosamente al verme caer a sus pies y no subieron a su coche

sin antes haberse cercionado que no habia remedio para mí."Ángel especialmente contempló mi cadáver con profunda pena, dio las ódenes necesarias para que mi cadáver con profunda pena, dio las ódenes necesarias para que mehicieran la autopsia, pues quería saber qué lesión orgánica me habia hecho morir.

"Los médicos no encontraron en mi organismo nada que explicara mi repentina muerte, Ángel entonces recordó mis dulces miradas, mi turbación, el rubor que coloreaba mi rostro mientras él me hablaba, y dijo con vaga tristeza: <<>> Y buscó al buen Mateo, que estaba inconsolable con mi muerte, llevándoselo a su palacio, de jardinero: su esposa, que es un ángel, le distingue con su cariño, y el hombre generoso que me acogió en mi orfandad tiene una vejez dichosa, nadando en la abundancia habiendo cifrado todo su cariño en una preciosa niña que le distingue con sus caricias, niña que lleva mi nombre.Ángel pidió a su amada compañera que le dejase llamar Regina a la primera hija que sonriese en su hogar. Yo, olvidando por completo los celos de la Tierra, agradeciendo a Ángel su recuerdo, gozo difunduendo en su hogar la paz y el amor, y en recompensa de lo mucho que hizo por mí el buen

Mateo, rodeo su ancianidad de las dulces caricias de la niñez. La pequeña Rejina llora por estar en sus brazos y su madre, solicita busca al anciano jardinero y le confía su tierna hija, que juega con Mateo y le obliga a permanecer a su lado.

"Mis restos descansan en marmórea sepultura, y el día de los difuntos Ángel y Mateo dejan flores en mi sepulcro, diciendo el primero:<<¡ Pobre Rejina! ¡Cuánto me amaba! ¡Qué ciego fui!.>>

" Fue ciego porque debía serlo. Yo no fui a la Tierra en mi útima existencia para ser dichosa, fui a hacer estudios en la pobreza, fui a probar el temple de mi alma en la independencia, en el abandono que da la miseria a la mujer pobre.

" Fue breve mi estancia en ese planeta porque mi espíritu no llevó caudal de fuerzas de resistencia, y al primer contratiempo su cumbió, siendo una de las encarnaciones que me ha dejado más gratos recuerdos. No hice daño a nadie, no adquirí responsabilidades de ninguna especie, amé y protegí en mi humilde esfera a los infieles que me rodeaban tuve una pasión inmensa, sin darme cuenta de ella, y aquel amor purisimo ha caído como rocío bendito sobre la frente del hombre generoso que me sirvió de padre, pues en agradecimiento de ese amor, Ángel le dio abrigo y goza cuando su hija se refugia en los brazos del anciano Mateo

"Mucho te agradezco la atención que me has prestado. He tenido un placer en contarte mi última existencia, porque abrigo la esperanza de que quizás este relato será leído por Ángel, alma sencilla y buena, que a pesar de poseer inmensas riquezas, prefiere la dulce paz de su hogar a las vanidades mundanas, y aunque se ve tiernamente amado, recuerda convaga tristeza a la pobre Rejina y murrmu ra con melancolia: <<¡ Cuánto me amaba!>> "Adios.""

------------------------------------------------------------------------------------------------

La conmovedora historia de Rejina nos ha impresionado profundamente. ¡Cuántos dramas se desarrollan entre humildes actores que pasan completamente desapercibidos en la Tierra!

Nunca pudimos pensar que aquella niña pálida, pobremente vestida , sin la menor pretensión de parecer bella, con su sencillo y liso peinado, siempre arreglando y combinando sus flores, sentadita a la puerta de la iglesia por las mañanas, a la cída de la noche,hasta que conseguía vender su útimo ramo. Jamas creímos que tuviese una muerte tan novelesca, y menos esperar que se comunicara con nosotros, pues cuando le comprábamos flores, no teníamos la menor idea del Espiritismo. Nos causaba lástima verla por la noche tan solita y admirábamos su constancia en el trabajo.

Gracias Regina. Te estamos muy agradecidos por habernos dado la narración de tu breve y melancólica exitencia. Si siempre hemos mirado compasivamente a las jóvenes vendedoras que pasan su vida en medio de la calle, de hoy en adelante nos inspirarán más interés aún, porque te recordaremos y trataremos de averiguar si tienen, como tú tuviste, un gran sentimiento y un gran corazón. Los espiritus escriben los capitulos de su historia lo mismo en las grandas de un trono que en el pórtico de una iglesia. El lugar poco inporta, lo que interesa es escribir páginas que tengan la blancura inmaculada de las hojas en las cuales escribió Regina un capítulo de amor, un episodio interesantisimo en el cual mucho se puede estudiar y aprender.

No hay comentarios: