miércoles, 18 de marzo de 2009

Benditos hermanos

Benditas sean las dificultades que nos agreden y nos hacen pensar.
Benditas sean las horas que gastamos en función del bien eterno.
Bendito sea quien nos maltrata à primera vista y nos ayuda a mejorar.
Bendito sea quien no nos conoce y no cree en nosotros.
Bendito sea quien nos compara con vagabundos y indolentes.
Bendito sea quien nos expulsa, como parias o fanáticos.
Bendita sea la mano que nos niega el saludo.
Bendito sea quien quiera nos olvidar, impaciente.
Bendito sea quien nos niega el pan de cada día.
Bendito sea quien nos ataca, por ignorancia y cobardía.
Bendito sea quien nos prueba en el pasar del tiempo.
Bendito sea quien nos hace llorar por el camino.
Bendito sea quien no nos trata bien.
Bendito sea quien exige de nosotros la perfección.
Benditos sean los que nos maltratan el corazón porque, verdaderamente, son estos, hijos míos, nuestros vigilantes y los que nos ayudan a seguir el Cristo con mayor seguridad, pues Dios, a través de ellos, nos ayuda con la auto-educación, de manera que quedan abiertas todas las puertas para el Amor Universal.

Francisco de Assis

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