domingo, 22 de marzo de 2009

LA HIJA DEL MOLINERO

Son tan grandes sus hechizo,
Es un prodigio tan bello,
Que envidio a las arracadas
Que tienblan ruborizadas
Y se esconden en sus rizos
Porque han besado su cuello.

De su talle primoroso
Quisiera ser cinturón,
Y sentir contra mi pecho,
Bien estrecho, bien estrecho,
Ya agitado, ya en reposo
Su adorable corazón.

Y de su seno hechicero
Ser el collar deseara,
Y por suspiros mecido,
Tan en calma, tan ligero,
Que al dormir... me conservara

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