miércoles, 28 de octubre de 2009

EL AMOR Y GRACIA.

Sigo con el 1º de los diez temas que enpece con Leer lo que Jesús dijo del libro el tercer Jesús de Deepak Chopra.....

Jesús se identificó totalmente con el amor y lo predícó con rotundidad: (Juan 13,35)Sin du

da es la palabra que más fuerza se asocia a Jesús, aun si solo la utiliza en unas cuarenta ocasiones en los cuatro Evangelios:_ aunque no recuerden nada más acerca de Jesús, la gente continúa repitiendo:.

En los primeros escritos tras la crucifixión, tales como las cartas de Pablo, se aprecia la maravilla ante la promesa del amor de Dios y el anhelo de transmitir ese mensaje al mundo. Como si Dios hubiese olvidado a la raza humana hasta que Jesús llegó para inyectar de nuevo el amor divino en la vida cotidiana. Él mismo lo plantea así al llamar al amor . Pese a que el judaismo ya conminaba a amar a Dios-el Cantar de los cantares de

Salomón exalta el amor como ningún pasaje del Nuevo Testamento---, Jesús trata el amor como algo radical, un acontecimiento que cambia la vida. El amor devólverá a Dios a nuestra existencia. El amor hára la paz con nuestros enemigos y llevará el júbilo a nuestros corazones.

¿Qué tiene de nuevo el amor?. Cada nueva generación deberia plantearse esta pregunta: es la semilla de la búsqueda Espiritual. Si no es capaz de descubrir en qué consiste el amor divino, ningún templo proporcionará la respuesta. Al igual que cualquier otra religión organizada, el cristianismo abandonó hace tiempo al amor como camino radical hacia la transformación celebrando y respetando la palabra Jesús sobre el amor al prójimo mientras sanciona la guerra y la intolerancia. De este modo la Iglesia consiguió ser aceptada por la sociedad, con su sempiterna tendencias a la violencia, pero jamás resolvió el enigma planteado por el principio fundamental de Jesús:¿Como puede una persona amar a otra--vecino, enemigo o familiar--tanto como así misma? Es un reto imposible para el ego. siempre será más importante que Incluso el amor romántico más profundo, que al comienzo parece fundir totalmente a dos personas, puede derivar en odio y divisiones si el ser amado nos traiciona. El amor intenso que una madre siente por su hijo puede ser interesado o convertir al hijo en un malcriado. La raiz del problema está en la gran distancia que separa el amor divino del amor humano. Como ya hemos visto, se trata de un abismo de conciencia, y tan solo la conciencia puede llevarlo. El amor humano depende de las relaciones. Las personas más próximas a mí reciben mi amor; las que están lejos de mí, no. En las relaciones espero dar y recibir. Los demás deben merecer el amor que les ofrezco; si no lo merecen, se lo retiraré. Én cambio, el amor divino se da gratis, sin ser merecido. La gracia de Dios trasciende cualquier relación. Dios no puede relacionarse de distinto modo con distintas personas. Jesús deja este punto muy claro cuando asegura que Dios ama y perdona a los malvados. No se han ganado su amor mediante ninguna acción a traves del amor a Dios. Basta con que existan. Ser es ser amado por Dios.

Sin embargo, hay ocasiones en que Jesús exige que la gente cumpla la ley de Moisés y sea castigada por sus pecados. Dice que para ganarse la salvación deben creer en el como el Mesías y complacer a Dios de maneras materiales, por ejemplo, con la realización de buenas obras. Por tanto, la promesa de la gracia que da manchada por la amenaza de la ira divina si uno no juega el papel que le corresponde en el orden preestablecido.

Un Dios capaz de mostrarse satisfecho o insastifecho no llava a la gracia divina, puesto que la esencia de la gracia es el amor incondicional. Existe un modo de resolver esta contradicción, pero no lo encontraremos si elegimos solo el Jesús agradable o el Jesús desagradable, ni manipulando las pruebas para justificar nuestra elección. El fundamentalismo, con su infatigable énfasis en el castigo de los pecados, escoge al Jesús desagradable, mientras que el cristianismo liberal, deseoso de que lo consideren totalmente benévolo, prefiere al agradable. Dado que existen versiculos biblicos que contradicen una y otra posición, ninguna resulta del todo satisfactoria. La única forma viable de seguir las enseñanzas de Jesus sobre el amor consiste en igualarlas con el nivel de conciencia de cada uno.

La realidad cambia según los diferentes estados de conciencia, y lo mismo ocurre con el amor. En los nivelesinferiores de conciencia nuestra experiencia está dominada por la necesidad de supervivencia, y abundan las amenazas contra nuestro bienestar. El amor se experimenta como algo demasiado temporal y débil para superar la amenaza de la violencia. A este nivel de conciencia nos sentimos victimas; no vemos señal alguna de que Dios nos observe y mucho menos de que se preocupe por nosotros. En semejante estado de gracia divina se antoja, en el mejor de los casos, una promesa remota Para que la gracia funcione, la vida ha de cambiar, y para que la vida cambie, antes ha de cambiar la conciencia. Por eso el amor supone la prueba definitiva. Cada uno de nosotros comienza percatandose de que el amor ha fracasado en muchos sentidos. Sabemos que no amamos a nuestros enemigos; en ocasiones dudamos de que el amor que sentimos por los seres más cercanos y queridos sea suficiente. Generalmente actuamos a partir de motivos totalmente ajenos al amor, como la codicia o el egoísmo. miramos a nuestro alrededor y hallamos pocas pruebas de que Dios nos ama de la manera redentora en la que refiere Jesús, los indicios de crecimiento interior son esquivos y en ocasiones engañosos

fingimos ser mejores de lo que somos o fingimos ver a Dios en cada nube o cada planta. Pero el amor de Jesús es mucho más que una mera sensación de bienestar y satisfación. Su verdad está relacionada con el poder. Su despertar resulta una experiencia radical y una señal clara de que la conciencia se ha elevado al nivel más alto.

Las enseñanzas de Jesus pueden memorizarse, pero solo se aprenden de verdad cuando unos se convierte en la enseñanza, en cada uno de nosotros existe un instinto innato para el amor. Pero por innato que pueda parecernos el amor, no nos hemos convertido en amor. Escogemos a quien entregar nuestro amor, pero cuando la puerta se cierra, podemos ser muy poco afectuosos las lecciones sobre el amor divino que Jesús enseño nos revelan que el amor está tan lleno de gracia que conduce a la transfomación: cambia totalmente a la persona.

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