viernes, 28 de noviembre de 2014

CONSECUENCIAS PARA EL ESPÍRITU ABORTADO

En general, para el espíritu, ver cortado su camino a la vida física por un aborto significa una enorme frustración, una pérdida preciosa de tiempo y un gran sufrimiento moral, acompañado, al mismo tiempo, de gravísimas lesiones periespirituales y de un fuerte trauma mental. Podemos encontrar desde la reacción más positiva de un espíritu evolucionado, que sabrá sobreponerse al terrible acto, sin dejarse llevar por el odio y resentimiento y que desde pronto podrá estar capacitado para intentar una nueva inmersión en el mundo carnal, hasta la reacción más negativa del espíritu que, viendo su cuerpo en formación aniquilado y sometido a terribles mutilaciones, reacciona de una manera más descontrolada y agresiva, pues al sentirse traicionado, despreciado y expulsado de las entrañas maternas, el espíritu transforma su mundo íntimo que era de alegría y de esperanza, hacia las emociones traumatizantes de odio y de venganza, revolviéndose con inmenso dolor y angustia contra aquellos causantes de su desgracia, pudiendo acarrear unas consecuencias negativas de variada tipología. Una gran mayoría de espíritus abortados son recogidos y llevados a hospitales de la espiritualidad, donde son tratados hasta que puedan recuperar su forma espiritual adulta. Algunos de ellos responden de forma positiva a la terapia y, en más o menos tiempo, pueden recobrar su anterior configuración; pero otros espíritus, por el contrario, como consecuencia del gran choque y trauma mental que sufren, quedan mentalmente bloqueados y son incapaces de reaccionar correctamente al tratamiento, mostrándose su periespiritu con grandes deformaciones. Otras veces, ocurre que el espíritu rechazado se niega a colaborar, no queriendo rehacer su forma espiritual creyendo, en su dolor e ingenuidad, que si permanece en la forma infantil tendrá antes otras opciones para proseguir en su proceso de reencarnación.
Testimonio de un espíritu abortado (extraído el libro “Deixe-me viver” / Irene Pacheco Machado – Luiz Sergio)
Otro caso lamentable era el de Fernando: de cintura hacia abajo poseía la forma de un bebé, y de cintura hacia arriba su forma era de hombre. Su mirar destellaba odio. El médico le preguntó:
- Fernando, ¿desea que hoy conversemos?
- No, no quiero nada, tan sólo poder morir de una vez
- Fernando, sabe que eso es imposible. Tiene que volver a la Tierra para proseguir el viaje
- Ustedes son locos y sanguinarios. ¡Vean cuál es mi estado¡ Obedeciendo a la espiritualidad Mayor   
  frecuenté todos los cursos para sumergirme en un nuevo cuerpo físico y hoy ¿qué resta de mí?. Una
  deformación odiosa, por el  rechazo de alguien que prometió acogerme en su vientre. ¡Todo es
  mentira¡ No quiero nada ni creo ya en nada más.
- Fernando, por favor, vamos  a tratar de recuperar su antigua forma, ella está en su mente,
  entreguémonos a los brazos de Jesús y verá como es capaz de poder hacerlo.
Fernando gritaba:
- No puedo, ¿no se da cuenta de que estoy deformado?. Soy al mismo tiempo un hombre y un bebé
- No, usted no es un bebé. Usted es quien insiste en recordar tan terrible acto. Olvídelo, querido hermano   y busque en su alma la forma verdadera de su cuerpo de hombre.
- ¡No puedo, ellos me matan¡ La mesa… los aparatos…las jeringas… el dolor, el dolor me quema…
  ¡No, no me mate, madre¡ Yo no le hice ningún mal. Le pido solamente: déjeme nacer!
- Fernando, su cuerpo… Modélelo nuevamente como era antes¡
- ¡No puedo¡ Estoy siendo asesinado fríamente¡ ¿Qué les hice yo a ustedes, asesinos? Me reducen a un  feto y ahora, cobardemente, abusan de mi pequeñez y me matan¡ Por favor, déjenme nacer¡¡, no los
  perturbaré jamás. Abandónenme después para que otros me críen, pero no me maten, cobardes. Yo no tengo armas para defenderme. Algún día pagarán por esto y mi odio será eterno. ¿Cómo puedo llamarla
  madre cuando asesina a un hijo inocente e indefenso?
Diciendo esto, Fernando se desmayó.
- Todos los días intentamos traer a Fernando de nuevo a la realidad, pero él no consigue olvidar el aborto
  cobarde que sufrió.
(extraído el libro “Deixe-me viver” / Irene Pacheco Machado – Luiz Sergio)
En ningún momento voy a hablar de las consecuencias para los padres, ni para los médicos o personas que de una u otra forma se hayan involucrado en un aborto y que, según haya sido su grado de participación, conocimiento e intención, sin duda alguna han generado nuevos e ineludibles compromisos para un futuro y, de uno u otro modo y según cada caso, tendrán que reparar el mal hecho
Y no lo voy ha hacer porque yo no quiero que el miedo a posibles consecuencias negativas sea el factor que lleve a decir ¡no! al aborto, sino que, por el contrario, mi deseo es que el aborto sea vencido por el Respeto y el Amor al ser que está reencarnando. Porque el miedo es un sentimiento negativo que daña y anula a la persona y, sin embargo, el Amor es el sentimiento universal positivo por excelencia que engrandece al ser humano y que tiene la milagrosa y maravillosa propiedad de poder transformar su corazón.
LOS PADRES NO SON DUEÑOS DE SUS HIJOS
Tener en nuestras manos la posibilidad de decidir sobre la interrupción de un embarazo, con todas las consecuencias que ello conlleva, es siempre una decisión de extrema responsabilidad, porque se está decidiendo sobre la posibilidad de denegar la vida a un ser, atentando contra las leyes naturales y contra los designios de Dios.
Por tanto, después de haberse producido la fecundación y, a pesar de las múltiples justificaciones que se puedan alegar, sean cuales sean, la interrupción de un embarazo es siempre un lamentable error, un tremendo acto de injusticia y un ultraje y un desprecio hacia el ser en gestación.
Ser en gestación, por otra parte, que desde el primer momento trae consigo en las entrañas maternas un mensaje para sus padres, que si éstos supieran leer en el gran libro de las Leyes de Dios lograrían ver su contenido, que más o menos podría ser el siguiente:
“Vosotros habéis sido escogidos por Mí para educar y proteger a esta alma que pongo en vuestras manos. Ella es única e irrepetible, pues no existe ni existirá otra igual. Respetadla y amadla sean cuales sean las circunstancias en que os sea entregada. Y, sobre todo, recordad que no os pertenece, sino que Yo os la cedo a vuestro cuidado hasta el día en que os llame para preguntaros que habéis hecho con ella.”
Firmado: Dios
Porque los hijos no son de los padres ni les pertenecen, pues ellos no han creado al espíritu de su hijo, sino que el hijo que ahora viene al mundo físico ya existe desde mucho antes del acto sexual que origina la concepción del nuevo ser.
Los hijos son hijos de Dios, que descienden al mundo físico a través de los padres, quienes de esta manera colaboran en Su obra proporcionando al espíritu los materiales necesarios para que pueda formar su nueva vestimenta carnal, de manera que debemos desterrar el concepto de que los padres puedan atribuirse el derecho o la capacidad para decidir sobre la posibilidad o no de cortar el camino a la vida física de un espíritu frustrando, mediante el aborto, su proceso de reencarnación.
Debe quedar bien claro, también, que el derecho de vida del feto ha de estar siempre por encima del confort psicológico y del libre albedrío de los padres, pues el interés y el beneficio espiritual ha de ser siempre un bien superior a los intereses transitorios, inmediatistas y materiales de la vida carnal.

Cita de una conferencia de Alfredo Tabueña.

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