domingo, 12 de octubre de 2008

CUANDO ORES

“Y, cuando estuvieras orando, perdonad.”
– Jesús. (Marcos, 11:25).

La sincera actitud del alma en la oración
no obedece a los movimientos mecánicos vulgares.
En las operaciones de la lucha común,
la criatura atiende, invariablemente,
a los automatismos de la experiencia material
que se modifica de manera imperceptible,
en los círculos del tiempo;
todavía, cuando se vuelve el alma
a los santuarios divinos del plano superior,
a través de la oración,
se pone la conciencia en contacto
con el sentido eterno y
creador de la vida íntima.

Examine cada aprendiz
las sensaciones que experimenta
colocándose en la posición de ruego a lo Alto,
comprendiendo que se le hace indispensable
la manutención de la paz interna
delante de las criaturas y
cuadros circunstanciales del camino.

La mente que ora,
permanece en movimiento
en la esfera invisible.

Las inteligencias encarnadas,
aun incluso cuando no se conozcan entre sí,
en la pauta de las convenciones sociales,
se comunican a través de los tenues hilos del deseo
manifestado en la oración.

En tales instantes,
que debemos consagrar exclusivamente
a la zona más alta de nuestra individualidad,
expedimos mensajes, apelos, intenciones, proyectos y
ansiedades que buscan el objetivo adecuado.

Es digno de lástima todo aquel que
se aprovecha de la oportunidad
para dilatar la corriente del mal,

consciente o inconscientemente.

Es por este motivo que Jesús,
comprendiendo la carencia de
hombres y mujeres excluidos de culpa,
lanzó este expresivo programa de amor,
para beneficio de cada discípulo del Evangelio:
“Cuando estuvierais orando, perdonéis.”


Emmanuel

Pan Nuestro – Francisco Cándido Xavier – Ed.: FEB

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