Hijos míos, en la máxima fuera de la caridad no hay salvación se hallan contenidos los destinos humanos en la Tierra y en el cielo. En la Tierra, porque a la sombra de este estandarte vivirán los hombres en paz. En el cielo, porque los que la hayan practicado encontrarán gracias con el Señor. Esta divisa es la antorcha celestial, la columna de luz que guía al hombre por el desierto de la vida para conducirlo a la tierra de promisión. Brilla en el cielo como una santa aureola en la frente de los elegidos y en este mundo se hallaba grabada en el corazón de aquellos a quienes dirá Jesús: pasad a la derecha, vosotros, los benditos de mi Padre. Los reconocéis por la fragancia de la caridad que esparcen en su entorno. Nada expresa más acabadamente el pensamiento de Jsús, nada resume mejor los deberes del hombre, que esta máxima de carácter divino. El Espiritismo no podía probar con más acierto su origen que dándola por norma, porque ella es el reflejo del más puro Cristianismo. Con semejante guía no se extraviará el hombre jamás. Dedicaros, pues, amigos mios, a comprender su profundo sentido y sus consecuencias, a buscar todas sus aplicaciones. Someted la totalidad de vuestras acciones al control de la caridad y vuestra conciencia os responderá. No sólo evitará que cometáis el mal, sino que os hará obrar el bien. Por que nobasta con una virtud pasiva, es menester una virtud activa. Para realizar el bien se necesita siempre la acción de la voluntad, mientras que para no incurir en el mal son suficientes, a menudo, la inercia y la neglicencia.
No se trata sólo de que podrán salvarse los que la poseen, sino de que, al ayudaros acomprender cabalmente las enseñenzas de Cristo, hace de vosotros mejores cristianos. orad, entonces, de manera que los demás pueda decir al veros, que el verdadero espírita y el cristiano verdadero son una sola y misma cosa, porque todos los que ponen en práctica la caridad son discipulos de Jsús, sea cual fuere el culto al que pertenezcan. ( pablo, apostol. Paris, 1860)
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