miércoles, 17 de septiembre de 2008

Psicografía de la hermana Margarita


Psicografía de una hermana, se llama Margarita, esta hermana era amiga de un amigo espírita, y el habla con ella muchas veces, y hace muchos años de esto pero guardo todos los escritos por pequeños e insignificantes que sean ¡con esto, no quiero decir que esta escritura no sea importante, porque lo es al menos para mí¡¡
Sigo la escritura, le pregunté si quería hablar conmigo, me contestó que no me conocía pero que me contestará a todo lo que le pregunte y pueda contestar,empecé haciéndole preguntas para coger un poco de confianza, y estar relajadas.
1ª P---¿Qué trabajo tienes en el sitio que te encuentras ahora?
R—Soy una hermana que tengo el trabajo de conectar con los hermanos de la Tierra.
P-- ¿Dónde viviste en la última vida pasada?
R—En Jerusalén, era monja. Muy peculiar, bueno un poco rebelde para esos tiempos.
P—¿De qué tiempo me hablas?
R –Hace muchos siglos.
P—¿De qué siglo o año me hablas?
R—1597. Fue muy bonito ese tiempo, por esos años no había muchas revoluciones, ni tanto odio, lo que había poco amor, muy poco.
P—Hermana, ¿Me puedes explicar un poquito de tu vida? ¡Debió ser muy interesante!
R-- Como te he dicho fui monja, fue una frustración mía para seguir a Dios y tenerle amor, no hacen falta conventos porque allí no se hace nada que no se haga en cualquier lado de la calle, se puede dar más amor y más caridad que en un convento pero fue tarde ya estaba allí, yo me encargaba de la cocina y hacía dulces, y las personas adineradas se los llevaban y a cambio nos daban donaciones, pero había muchos problemas, se necesitaba el dinero y los mandatarios estaban por hacer edificios para enorgullecerse ellos de sus obras, pero el dinero también se necesitaba para otros fines, yo entré de monja porque en aquellos tiempos, eras monja o te tenías que casar, para la mujer no había nada más , tener muchos hijos o ser monja, lo de ser monja se veía muy bien, no creas que por ser monjas eran mejor que las demás, al contrario, nosotras éramos unas beatas y obligábamos a los demás a hacer cosas porque todo era pecado, que desilusión cuando llegas a la morada.
Yo de pequeña no fui feliz con mi familia, eramos quince hermanos, era de las más pequeñas, pasé hambre y amarguras pero era de buen querer, y todo lo perdonaba, mi madre y no mi padre, me pusieron en el convento desde muy joven, no había que comer en casa, mi padre me quería casar con un señor mayor, pero mi madre quiso mejor que fuera al convento, como era pobre tuve que trabajar mucho, las que mandaban eran muy soberbias y autoritarias. Lavaba la ropa, cuidaba el huerto,ayudaba en la cocina, con otras hermanas como yo de pobres, pero a mi siempre me mandaban las tareas más duras, que para mí no lo eran porque aprendí a ser feliz, no por el amor que me tenían, al contrario, siempre me estaban mandando y lo hacía todo con mucho amor, era como progresaba. Después fui subiendo de categoría, muchos años pasaron, me llevaron al hospital del convento a cuidar enfermos, tuve una parte de mi vida dedicada a los demás y a trabajar,como me iba haciendo mayor tenía más experiencia en saber lo que de verdad era la felicidad, había dado mucho amor a los enfermos y a las que no me querían por ser pobre, mi corazón no conocía el odio, viví muchos años entre él pero no me afecto. Como decía, me volví mayor y no podía trabajar, ya no era necesaria, me dejaban de lado, no daba mucho de sí, hasta que llegó el día de mi muerte en un rincón de mi celda bendiciendo a Dios porque me iba con él y se me llevaba porque era un estorbo, y no quería ser un estorbo, así fue esta vida.
Hermana, te quedas sin ilusión y sin valor pero con mucho amor y gratitud de haber ayudado y hecho tanto por los demás.
Hasta otro día, adiós. Adiós hermana fuiste muy valiente, te mereces ser muy feliz, adiós.

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